“El que canta ora dos veces” (San Agustín)

        El apóstol San Pablo en la carta a los Corintios nos invita a ser “hombres espirituales” es decir darle acceso al Espíritu Santo para que llene de su presencia nuestra alma, espíritu y cuerpo que son las tres dimensiones que conforman al hombre. Como una facultad del alma se encuentran los sentidos, los cuales han de ser puestos al servicio de Dios para su mayor gloria.

“Den gracias a Dios con la cítara, salmodiad para él al arpa de diez cuerdas; cantadle un cantar nuevo, ¡tocad la mejor música en la aclamación!”

(Salmo: 33, 1-2)

       La música tiene el arte de expresar, escuchar, fortalecer, armonizar, reflexionar, motivar, imaginar e inspirar, convertir, transformar y penetrar en los corazones de manera sublime. El sonido de una guitarra, la letra de una canción, la combinación entre instrumentos llenos del Espíritu Santo suscita melodías espirituales que producen en una persona el deseo de alabar a Dios, de llorar, de reír, de danzar, de cantar juntos con los ángeles y los santos exaltando la grandeza de nuestro Dios.

             Nuestro ministerio de música es medio de evangelización, en donde el don que hemos recibido unas para cantar, otras para tocar instrumentos, suavicen los corazones endurecidos, transforme vidas, cambie el luto en danza como lo dice el rey David y experimenten el gozo y la alegría de un Dios vivo.